Rubén Cárcamo Bourgade

sábado

FRANKENSTEIN y Víctor






















Era el oscuro verano de 1816. 

En Villa Diodati, junto al lago de Ginebra, se reunieron Lord Byron y su médico, el Dr. Polidori, con el poeta Percy Shelley, Mary Godwin (la futura esposa de Percy) y Claire (la hermanastra de Mary). Hacía un frío que pelaba. Bramaban rayos y truenos, y de algún modo, su electricidad se apoderó de las conversaciones nocturnas alrededor de la chimenea. 



Hablaban de esas teorías científicas que pretendían devolver la vida a los muertos con una descarga eléctrica, divagaban sobre los autómatas (los antecesores de los robots) y se obsesionaron con las historias alemanas de fantasmas. 

Una noche, frente a los chasquidos del fuego, Lord Byron retó a sus amigos: 

- Cada uno escribirá un cuento de fantasmas. 

Días después, al meterse en la cama, Mary no podía dormir. Cerró los ojos y de pronto: «Vi el horrendo fantasma de un hombre extendido y entonces, bajo el poder de una enorme fuerza, aquello mostró signos de vida, y se agitó con un torpe, casi vital, movimiento»

Dos años después, con solo 20 años, Mary Shelley publicó de forma anónima el relato de terror que apareció aquella noche sobre su almohada: Frankenstein o el moderno Prometeo.

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