Julio Ramón Ribeyro |
Querida tía Eduviges:
Estuve de fiestas hace un par de
días. La excelencia de los eventos en ella era portentosa ¡Cómo te hubiera
gustado estar allí tía ! Todo era perfecto y a ritmo. Los bocadillos del banquete desplazándose
sobre bandejas parecían flotar en las manos de
garzones y mozas sonriendo. Las mesas servidas, la atención exacta para
que el vaso nunca se vaciara, la explicación oportuna del maître que describe
los platos. La grata plática con el comensal
vecino era perfecta, hasta que comenzó a aparecer la música juvenil, y el retumbado de los bajos se me hizo
insoportable. El momento de platicar se había concluido. Pero me quedé en mi
mesa a mirar la raza.
Saturado por tantas imágenes de
la TV - date cuenta que son miles y
miles de horas mirando una realidad que no lo es - hay pocas oportunidades de mirar al genuino ganado
congénere "en vivo y en directo"
Y comencé a desnudar los cuerpos
de los danzantes. El desnudar es un decir tía, no veas nada de malicioso en ello
sino más bien de benevolencia.
Allí estaba Marilyn Monroe en su
sonrisa pero no sé que le faltaba. Obligué, a Gabrielito a
descubrir el parecido y me dijo:
- Es más ancha -
Se refería a su sonrisa, a sus caderas, a sus hombros y a su espíritu. Estaba Catherine Zeta Jones pero con el cuello más corto y los tobillos gruesos.
Penélope Cruz, también, pero con una nariz equivocada y unos treinta centímetros menos. Incluso Michelle Pfeifer pero sin esa quintaesencia químicamente pura para dar la talla del garbo de Michelle. En ella debe estar presente la divina proporción.
¡Qué buenos chistes hubiéramos hecho a costa del ganado familiar, tía ! Por angas o por mangas alguna insignificancia no permitía dar el tono, no voy a decir del parecido perfecto, sino de la forma correcta para exclamar; ¡este cuerpo es de cepa apropiada para hacer del gozo de mirarlas, un gozo universal!
- Es más ancha -
Se refería a su sonrisa, a sus caderas, a sus hombros y a su espíritu. Estaba Catherine Zeta Jones pero con el cuello más corto y los tobillos gruesos.
Penélope Cruz, también, pero con una nariz equivocada y unos treinta centímetros menos. Incluso Michelle Pfeifer pero sin esa quintaesencia químicamente pura para dar la talla del garbo de Michelle. En ella debe estar presente la divina proporción.
¡Qué buenos chistes hubiéramos hecho a costa del ganado familiar, tía ! Por angas o por mangas alguna insignificancia no permitía dar el tono, no voy a decir del parecido perfecto, sino de la forma correcta para exclamar; ¡este cuerpo es de cepa apropiada para hacer del gozo de mirarlas, un gozo universal!
Este tipo de charla y observación
morbosa, me recordó tu larga explicación
que basaste en tu peruano preferido; Julio Ramón Ribeyro, y referida al milagro que
es, la existencia de un escritor impecable que nos de ese gozo universal y de cuantas malas copias se dan en
la naturaleza antes de dar con el escritor que sea intachable o impecable desde el punto de vista narrativo.
Tú me has contado, por tu afición
a los escritores novatos, de las inmensas preexistencias de futuros grandes escritores
que terminan en nada, ya sea por la bebida, la falta de formación, la falta de pasión
o para algunos simplemente la falta de suerte, esa circunstancia casual y afectuosa del azar que otros
llaman simplemente destino.
También hay malas copias buscando el gozo de ser leídas ¡Y cuántas malas copias de aquellos escritores son sub-literatura, tía ! Ello prueba fehacientemente que la “mercadería de segunda selección” se vende al por mayor en los outlets, razón por la cual también proliferan en los blogs.
También hay malas copias buscando el gozo de ser leídas ¡Y cuántas malas copias de aquellos escritores son sub-literatura, tía ! Ello prueba fehacientemente que la “mercadería de segunda selección” se vende al por mayor en los outlets, razón por la cual también proliferan en los blogs.
Afectuosamente tu sobrino Nativo. Que tengas un lindo día.
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