A propósito de la carta del Kucho, hay cartas para todo tipo. Cartas abiertas. Cartas pastorales, Carta de confianza. Carta de ciudadanía. Carta de principios. Carta a los fieles. Carta de bienvenida. Carta Magna. Carta de recomendación. Carta Gantt. Carta Astral. Cartas al director. La Quinta Carta de Relación de Hernán Cortés. Carta a un amigo japonés de Jacques Derridà. Y dentro de cada carta, indefectiblemente, está la Carta bajo la manga que siempre será la mejor de las cartas.
De todas ellas he aquí esta perla, que no es mía. Es de la escritora Susana López Rubio; el relato se llama Bienes Comunes. Este relato calza para Marcelino Puente Alegría, un amigo que vio su matrimonio destruido por los avatares de la vida y al cual vi llorar tristemente durante un año, hasta que el amor golpeó a su puerta una vez más. Le recomendé aquella vez que escribiera una carta a su ex esposa cuya base habría sido ésta, pero cuando se está enamorado no hay consejo que valga y sobre todo si la otra parte camina hacia otros abrazos. He aquí la carta que supuestamente debió escribir Marcelino:
Estimada Paulina:
Ayer recibí una nota de tu abogado donde me invita a enumerar los bienes comunes, con el fin de comenzar el proceso de disolución de nuestro vínculo matrimonial. A continuación te remito dicha lista, para que puedas solicitar la certificación al Notario y tener listos todos los escritos antes de la comparecencia ante el tribunal. Como verás, he dividido la lista en dos partes. Básicamente, un apartado con las cosas de nuestros cinco años de matrimonio con las que me gustaría quedarme y otra con las que te puedes quedar tú. Para cualquier duda o comentario, ya sabes que puedes llamarme al teléfono de la oficina (de ocho a siete) o al móvil (hasta las once) y estaré encantado de repasar la lista contigo.
Cosas a conservar:
- La carne de gallina que salpicó mis antebrazos cuando te vi por primera vez
- El leve rastro de perfume que quedó flotando en el ascensor una mañana, cuando te bajaste en la segunda planta y yo aún no me atrevía a dirigirte la palabra.
- El leve rastro de perfume que quedó flotando en el ascensor una mañana, cuando te bajaste en la segunda planta y yo aún no me atrevía a dirigirte la palabra.
- El movimiento de cabeza con el que aceptaste mi invitación a cenar.
- La mancha de rimel que dejaste en mi almohada la noche que por fin dormimos juntos.
- La promesa de que yo sería el único que besaría la constelación de pecas de tu pecho.
- El mordisco que dejé en tu hombro y tuviste que disimular con maquillaje.
- Las gotas de lluvia que se enredaron en tu pelo durante nuestra luna de miel.
- Todas las horas que pasamos mirándonos, besándonos, hablando y tocándonos. (También las horas que pasé simplemente soñando o pensando en ti).
Cosas con las que te puedes quedar:
- Los silencios.
- Los silencios.
- Aquellos besos tibios y al pasar, cuyo ingrediente principal era la rutina.
- El sabor corrosivo de los insultos y reproches.
- Las nauseas que trepaban por mi garganta cada vez que notaba un olor extraño en tu ropa.
- Las lágrimas que me tragué cuando descubrí aquel arañazo ajeno.
- Las flores que te envié cuando quise recobrarte ya sin esperanzas.
- Marcelo y Paula. Los nombres que nos gustaban para los hermanos de Valentina.
Con respecto al resto de objetos que hemos adquirido y compartido durante nuestro matrimonio (el auto, el departamento, etc.) sólo quiero comunicarte que puedes quedártelos. Por último, recordarte el n º de teléfono de mi abogado (98633815) para que se contacte con el tuyo y ambos se ocupen de presentar el escrito de divorcio para ratificar nuestro convencimiento.
Afectuosamente,
MARCELINO.
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