Rubén Cárcamo Bourgade

sábado

29.- Querido Pepe

Querido Pepe:
Te envío carta que le envié a Cucho Vásquez que resume en cierta medida lo acontecido con el ai trufus.
Que te informes es lo que quiero. Para que no desaparezcamos de tu vida.
Saludos cordiales, RCB
Pepe calla aunque sonríe con ojos muy distantes.
(“Jefe; Le llegó otro correo de su amigo de Santiago. ¿No le va ha contestar?”)
Bueno. No contesta. Me hubiera gustado ir de paseo con el  Pepe Soto por la plaza de armas

Fui al nuevo Centro Cultural del Palacio. En ese centro cultural está la exposición inaugural MÉXICO; DE CUERPO AL COSMOS que me ha redituado mis estadías en ese país y al mismo tiempo me ha recordado el nombre tan complejo de la diosa de la Muerte llamada CHICOMECOATL, la de las siete serpientes, diosa del mantenimiento y de cuya réplica está mi habitación tenida.
En el gran salón me encontré con don Giovanni, quien detenido ante una cabeza atlante de la cultura Olmeca me reconoció y me saludó muy cortésmente dando así inicio a una amena charla. Al retirarnos juntos y ascendiendo las extensas pendientes de las rampas del museo comenzó a decirme:

- Me llama la atención que al inicio del siglo 21, los expositores aún quieren hacernos creer que las llamadas culturas originarias, que en verdad no son originarias de nada si no que avasallantes de otros pueblos más originarios que ellos y así sucesivamente, nos vengan con el manido discursillo del equilibrio de sus ritos con la naturaleza, de su mística relación de sus religiones con el cosmos, cuando en verdad y contra sus propios deseos se levanta la evidencia de sus exposiciones y del desarrollo de la humanidad.
- Hay allí muerte - primero que nada, - pornografía que le dicen erotismo, fertilidad que en verdad es cirugía, ceremonias que confirman masacres, asesinatos y torturas, fiesta que son bacanales y orgías. ¿De dónde simular el paraíso perdido? Nada fue mejor en tiempos pasados. Nada. Ya me imagino el crecimiento incontrolado de la cultura mexica por todo el continente americano hasta el último rincón. Me aterra imaginarlo.
- Contrario sensu, creo que lo mejor que pudo haber ocurrido para el bien de América fue que hubieren sido doblegados, vencidos y arrasados por el imperio español y en sus mismos términos.
- Sometieron a los emplumados inkas y mexicas por idénticos emplumados. Penacho contra penacho. Plumero contra plumero. Esas culturas cayeron estrepitosamente porque primero fueron odiadas por sus víctimas. El enemigo de mi enemigo es mi amigo.
- Así la cultura ibérica estimulada por su culto sacro; la corrida de toros - ese religioso y sangriento rito impreso misteriosamente en cada godo gen - pudo devastar sin sentimientos ni miramientos a esos que consideraron casi animales por profesar su fe en otros dioses y para los cuales asentaron instituciones brutales como la Inquisición.
- Nada nuevo para el territorio americano bajo este nuevo sol.


(La reflexión me pareció de lógica aplastante y brutal. Pero me sorprendió cuando siguió con una segunda reflexión que inició con un susurro)

- El torero no es más que un sacerdote pre-cristiano símil del sacerdote mexica.
- ¿Qué arrancaban del pecho los sacerdotes mexicas y dónde penetra el estoque del torero. ¿Qué es el tumi de oro enjaezado en la cultura Inka si no el sublime filo que detendrá una vida indefensa con las manos amarradas?
- Sin embargo, la víctima del torero no está con las manos atadas. Cuando se abre la compuerta emerge de ella una negra masa enceguecida de furia y brutal instinto por sobrevivir ante su ineludible destino y a la que abordan, después de los picadores; el tercio de las banderillas.
- Este tercio de banderillas con bordados de chorreos de vino y brillo, con sus monteras tejidas, con gráciles movimientos, zapatillas sin tacón y femeniles medias de seda rosa que se muestran para el excesivo gustillo aquel y para el solaz de las damas glotonas; baila ante la bestia, la saluda, provoca y excita.
- Quien ataca de frente, al cuarteo o al sesgo a esa bestia que se humilla para ser clavada por los palitroques chorreando sangre caliente y espesa, es el banderillero, ángel de despedida.
- En esta víctima animal hay una posición más digna que en el humano sacrificado y hay demostración de un rasgo más evolucionado en el sacerdote homicida.
- Algo de esto ya escribí en mi texto del Libro Negro.
- Dígame usted: ¿qué hacen allí esos piececillos de hadas danzando campaniles, en la ceremonia de la muerte de la bestia? Es un acto poético la danza de los pies de los banderilleros. No me lo explico, parecen un gesto de saludo hacia el que muere. Confieso que me conmueve mucho más al acto sutil de las banderolas que la faena criminal de la cual conoceré su fatal final.
- Debo decirle a usted que al igual que en la literatura prefiero lo grácil por sobre lo macizo y contundente

Lo acompañé hasta la Plaza de la Ciudadanía, antigua Plaza de Toros.
"Sus ingeniosos comentarios son merecedores de una atenta meditación".

- Tamara despierta a tu padre, que esta hablando dormido. Qué van a pensar tus amigos.

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