Rubén Cárcamo Bourgade

domingo

NIEMEYER


Críticos, teóricos, arquitectos y diletantes, hacen escritos sobre Niemeyer; este, se apoya en los recuerdos de EDUARDO ARENAS
Eduardo Arenas Fernández, el LALO ARENAS, tuvo el contento de entrevistarse con Oscar Niemeyer.
Adivino su conversación y lo que masculla en la humedad de Río de Janeiro ...
- Mucha curva en Ipanema, viejo.   Esa manía de los arquitectos de creer que un plegado, una curva o de "el gesto" depende el destino de la humanidad y que miran sobradamente la obra del maestro. Pero bueno, tampoco están tan equivocados, algo así ocurrió con la fundación de Brasilia. Fue una cruz de Lúcio Costa.
Esa construcción íntima se le clavó a LALO en el pecho,  antes de pensar en ser arquitecto.

- Al llegar.  Don Oscar me bautizó altiro como ¡LALO Da Silva! Es muy chistoso.  Me dijo que estaba terminando su luna de miel.

























Me cuenta que llegó a la oficina pequeña de Niemeyer.
 - Un cuartito con paredes cargadas con libros de poemas de Baudelaire, Whitman, Neruda, pero de piso a cielo, papelotes, folletos de una exposición en Venecia, mamotretos de certificados de garantías de equipos de climatización, catálogos y el adorno floral de quien fuera su secretaria desde que la pasión, el erotismo y la sensualidad de los memorándums lo desarmaron a los 98 años. Terminó vencido en ese sambódromo que fueron los pechos de Vera Lucía en sus trasnochadas de taller.
-¿Pero LALO, quién se casa a los 98 años? 
Óscar Niemeyer
Es una antorcha de esperanza para quienes piensan en que ya no hay nada más. 

- Don Oscar - muy encogido - tenía maquetas, ceniceros, plátanos, plumillas. Los rápido-graphs, eran tomados por sus dedos negruzcos empapados en habanos.  Un habano concluido sobre un plato que tiene cenizas y un tenedor embadurnado con restos de una torta de cumpleaños; el 100,  aún humea.

- El antro de don Oscar, en el noveno piso del edificio Ypiranga, Avda. Do Atlántico, Copacabana, Río de Janeiro, Brasil… estaba lleno de humo, risas, de música de Vinicius de Moraes, de las vistas hacia las garotas de la playa, de vino chileno que le llevé y los comentario del último gol de Ronaldinho. Nunca tan grande como Pelé.    ¡Qué bruto cómo la para!    Y de los eternos proyectos que no puede concluir. 

- Me leyó poemas que ahondan sobre la solidaridad, el compromiso, el exilio, la fugacidad de la vida, la pequeñez de los hombres en un cosmos indiferente a sus miserias y grandezas, y - ahora más que nunca - sobre la absoluta necesidad de la imaginación de los jóvenes y el idealismo como motores necesarios para el cambio. 

Dijo en aquel entonces: 

- Los habanos - LALO “da Silva” -  hay que humedecerlos, mascar las virutas que se deprenden y escupirlas para ahuyentar a los demonios y si a alguien le cae el escupo,  es porque se lo merece. 
En esa brasa se consume la tristeza, para que se haga humo y nos deje ese aroma grato y cálido que tienen las caderas de Ipanema, el cálido tallado del sol  en las curvas de nalgas y senos, las olas de Copacabana, la sinuosidad de los ríos, las olas del mar, las nubes del cielo, el cuerpo de mi mujer favorita y las volutas insinuantes del humo de mi habano. 

Allí estaba; OSCAR RIBIERO de ALMEIDA NIEMEYER, sentado en la misma blanca silla donde Fidel pasaba horas sentado. 

Allí estaba, ese arquitecto que se le apareció en sus años de uniforme escolar en las páginas de libro de Artes Plásticas del Liceo de La Ligua, capital de los dulces y de lana artesanal,  bailando, no un samba, sino una cueca brasilera en homenaje al desconocido visitante. Claro que el maestro se parecía a Yoda con sus múltiples ojeras; unas sobre otras y que su cueca brasilera fue mover su pañuelo blanco para desplazar el humo.

Desde sus tempranas creaciones, como la capilla de Belo Horizonte, se adivinó el sentido de lo monumental y la gracia de flotar como eso extraños ovnis que curiosamente parecen mimetizarse con el paisaje, pero también la sorprendente capacidad de dotar de intimidad a esos grandes proyectos. Su profesión era su modo de vida; lo que es un lujo tratándose de un arquitecto. 

Acabo de leer el canon del cuento según Harold Bloom (Cuentos y cuentistas 2da. edición). Me sorprende como concatena escritores de tan distinta matriz en una columna vertebral; Hemingway, Mark Twain, Whitman por un lado y por el otro a Poe, Kafka y Borges. Lo mismo ocurre con Niemeyer; él está en el relato de Mies van Der Rohe, Le Corbusier, Alvar Aalto.
Algo de cierto hay en eso; díganme si la Ópera de Sydney no es tributaria de la obra de Niemeyer. 

Lalo “da Silva” me dice que el tipo no era para nada dogmático, ni se creía un resultón. Sobretodo considerando que era el representante más conocido de toda la América Latina que proclamó la eclosión de la arquitectura moderna en su propia tierra. 
- Hay que ir a la Brasilia de Lucio Costa – dice LALO “Da Silva”- para entender la coherencia de esa monumentalidad acotada en la vanguardia.  
- Don Oscar me recordó que en la humanidad no hay jerarquías, que todos estamos en una misma y única dimensión. Me recordó que en esta igualdad reverdece la esperanza de poder cambiar el mundo. Porque al fin y al cabo; todos reímos y lloramos. Y todos nacemos y morimos...

- El viejo es comunista enchapado a la antigua - me dice el democratacristiano y perpetuo candidato a alcalde por La Ligua;  LALO “Da Silva” - construye casa para ricos, catedrales, viviendas sociales, y edificios para burocracias estatales y toma whisky. 

Sí LALO, los mundos para los que construyó desaparecieron, pero el whisky y los habanos no tiene ideología y nos pertenecen,  como sus edificios que mantienen su vigencia fascinante. 

- Mientras yo trataba de decirle algo inteligente a don Oscar, su chofer – porque tenía chofer  – le dijo: 

Jefe; mi casa es un asco. 
No importa Amaro, yo te hago otra. 
Y el chofer sigue viviendo en su favela de Vidigal. Pero en una casa firmada por Niemeyer. 

Niemeyer dejó cerca de 600 obras y eso es una displicente palmoteada en el hombro para quienes creen que la arquitectura se ejerce desde los discursos y no temió nunca, en que sus formas biomorficas se inspirarán en Picasso;  ¡incluso en Gaudí!... Por eso de recoger la herencia barroca de Brasil. 

De la ética y política en la arquitectura hay una evidencia más, que solo se da cuando hay honestidad y eficiencia, como lo es el legado de este hombre extraordinario que deja como herencia, la inconfundible sinuosidad de sus edificios y sobre todo, la coherencia, el compromiso y la solidaridad que guiaron su vida, convertida en inspiración y mensaje.

La muerte de Niemeyer, es una reflexión emocional sobre la imaginación en el poder y el instinto de los seres humanos para soñarse a sí mismos en un futuro mejor,  porque como dijo el maestro: 
Cuando la vida se degrada y la esperanza huye del corazón de los hombres, la revolución es el camino a seguir.

Su proyecto para Valparaìso .. que dicen mis colegas: es una caricatura. Me parece un acto de amor.

Niemeyer Valpo Arq from diavlodo

"La vida es un soplo. Todo acaba. 
Me dicen que después de que yo muera, otras personas verán mi obra. Pero esas personas también morirán. Y vendrán otras, que también se irán. La inmortalidad es una fantasía, una manera de olvidar la realidad. 
Lo que importa, mientras estamos aquí, es la vida, la gente. Abrazar a los amigos, vivir feliz. Cambiar el mundo si se puede. Y nada más."            (Oscar Niemeyer)
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