Ya llegaron todos al postre y yo aun pensando en una frase de Sonia que me dice ¿en qué estás pensando?
Tengo dos preguntas pendientes. Responderle a Jóse, que afirma preguntando ¿quién sabe lo que dice la carta? y a Sonita que me dice ¿por qué no escribes en serio?
A ella, primero le respondo: No puedo escribir en serio pues me pierdo.
Me ocurrió una vez cuando prosé un cuento de terror. El relato corto era muy simple.
He leído mis escritos de ese entonces y me sorprende lo que ya sabía de la vida entendiéndose ella como la eternidad, la muerte, el miedo, en fin; los grandes temas que ahora no tiento:
En una gran casona, me extravié y entre puerta y puerta, que se abrían con distintos interiores obsesivos y con lúgubres atmósferas me tropezaba majaderamente con un monstruo que reptaba y que no era otro más que tío Miro asesinado por su hermana Milka. Garrapateaba con mucha intensidad y confundí durante un día, la realidad y el cuento que escribía. Así fue como una mañana me topé con el monstruo serpenteando en mi propio baño y no en el cuento. No volví a intentarlo nunca más.
La prosa es peligrosa. Extremadamente peligrosa.
Pero más me inquieta la carta esa, que puede ser fantasma o monstruo... no debo olvidar centrarme en su inicio violento que aterriza, empotra y sujeta: ...“Pasan los años ¡putas que pasan!”¡Escucho el resoplido!
Hela allí. No te volis. Sujeta ese texto de inicio para no perderte en la interpretación del texto. El cual no es el sujeto que escribe. El Cucho pasó a mejor vida. Ya que sólo han leído a una respuesta a un texto que no existe.
Empecemos ¿Qué se infiere del texto? Yo no puedo decirlo pues mi texto es una respuesta, al texto del Cucho. Entonces: ¿Qué dice la carta del Cucho? El texto es distinto para J.K. para Walkiria para Jorge Abarca y para Aitel Tileman y ellos no conocen el texto de Cucho.
Estoy seguro que no duermen tranquilos pensando la causa del texto. Me enredé. Todo de nuevo.
- Pásame la sal por favor. ¿Quieres mostaza?
- Es muy buena en la carne hervida con mostaza.
- Y la miel sobre el zapallo.
Murmuran hoy estos comensales.
Ayer murmuraba Jorge Abarca diciendo con voz de hace treinta años: ¿No tienes queso rallado para echarle a esta sopa? La sopa era crema de lentejas modestas que mi madre estiró para los dos y para mi sorpresa; sí había queso. Y segundo. Y postre.
Creo que está bien lo que dije. Pero ahora me pregunto ¿Qué decía la carta del Cucho para que mi texto se entienda en forma distinta por Cucho, J.K., Aitel Tileman, Jorge Abarca y Walkiria? Ah?
Y el Jóse acaba de decirlo: ¡quién sabe lo que decía la carta!
¿Esto sería lo que explica aquello que pasó por la cabeza de JK? Ya ni me acuerdo lo que intento. Cucho viene a mi resguardo y me sopla diciendo “dile que los años pasan; que sólo pasan” Como las nubes, como los sueños y aunque aquí debiera acordarme de Amado Nervo me acuerdo de Albert Speer. ¿Habrá en verdad querido matar a Hitler o sólo es la típica disculpa que todos dan para salvarse ante la historia? ¿La historia de quién?
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