Rubén Cárcamo Bourgade

domingo

LAS TINIEBLAS DEL ALMA DE CHILE


(Primera Parte)
Me invitaron a leer "Las tinieblas del alma de Chile" un artículo de la filósofa Lucy Oporto Valencia. Impacta por su crudeza.

La dictadura no solo dejó cicatrices visibles en la economía y la política, sino que impregnó profundamente la psique colectiva, moldeando una identidad nacional marcada por el trauma, el silencio y una violencia latente.

Este legado cultural, subestimado, se manifiesta en cómo procesamos la realidad:
- con desconfianza hacia las instituciones, que son "lo colectivo",
- ambivalencia ante la autoridad y
- una normalización del dolor que permea desde la vida cotidiana hasta las dinámicas sociales contemporáneas.

El Contexto Histórico:
1.- La dictadura reconfiguró la identidad chilena mediante un control cultural sistemático. Promovió un nacionalismo conservador que exaltaba valores "tradicionales" -orden, heroísmo, obediencia- para legitimar su poder.
2.- La censura destruyó miles de libros y exilió artistas, creando un vacío que incentivó el individualismo y el consumismo como mecanismos de escape. ("Hay que dar vuelta la hoja")

Este proceso buscaba una narrativa que justificara la violencia, dejando un legado de autodesprecio hacia lo popular e indígena. Como resultado, el "ser chileno" se asocia hoy con el éxito material y la sumisión, pero con un subtexto de miedo que distorsiona nuestra percepción colectiva de la realidad. Es tremendo.

El núcleo del daño radica en cómo la dictadura alteró el procesamiento de la realidad. La represión generó un trauma transgeneracional que permeó la sociedad entera. Surgió una "cultura del silencio", donde el duelo se evitó por supervivencia, fomentando negación y disociación.

Psicólogos chilenos documentaron cómo esta violencia exacerbó el estrés emocional.

Un sector aún ve a Pinochet como "salvador", un procesamiento distorsionado por la propaganda que ignora las 3.200 víctimas fatales y perpetúa un "FRACASO ETICO" en el reconocimiento del daño causado.

Lucy Oporto habla de una metástasis de la tortura dictatorial inserta en nuestra cultura y con duros ejemplos de violencias contemporáneas como las 17 casas de tortura vinculadas al Tren de Aragua y hospitales públicos, donde colegas torturaron a un profesional por diversión.

Y advierte: "La tortura se ramifica como brotación de la violencia que se quiere a sí misma legitimar" Es un "narcofascismo" que prolonga la dictadura por medios más radicales. Ejemplos como el secuestro y descuartizamiento en Collipulli (2021), o la transmisión en vivo de torturas en Argentina (2025) con nexos transnacionales, muestran una "instintividad sin espíritu" que seduce con la impunidad y el nihilismo.

Esta barbarie coincide con la reivindicación de Pinochet y la decadencia institucional, donde además el INDH es cuestionado, lumpenizando al Estado desde dentro.

Culturalmente, esta herencia fomenta polarización: el individualismo neoliberal privatiza la solidaridad, reduciendo la empatía y dificultando reformas que cuestionen el statu quo. En la política, el miedo al "caos", eco del golpe, resiste cambios, mientras jóvenes buscan una identidad inclusiva, chocando con un duelo no elaborado que se manifiesta en negacionismos y memes de resiliencia superficial.

Conclusión:
La herencia cultural de la dictadura no es un relicto estático, sino una fuerza viva que distorsiona nuestra identidad y perpetúa violencias en las tinieblas del presente. Desde la propaganda que moldeó un "chileno" obediente, hasta la tortura como espectro en el crimen organizado, esta impronta revela un Chile dividido: resiliente, pero herido por el silencio y la ambivalencia.

Reconocerla no es sesgo, sino acto de memoria activa que invita a romper ciclos —a través de educación, arte y políticas reparativas— para procesar la realidad con empatía y justicia. Solo así, el "ser chileno" podrá trascender la dictadura, tejiendo una identidad colectiva luminosa y no ensombrecida por el pasado. Por ello importa levantar las banderas de la Belleza, la Verdad y la Humanidad.

LAS TINIEBLAS DEL ALMA DE CHILE
(Segunda Parte)

De la primera parte de "LAS TINEBLAS DEL ALMA DE CHILE" basada en una reflexión sobre el artículo de la filósofa Lucy Oporto se puede concluir razonablemente que la sociedad chilena está enferma porque presenta síntomas de una "enfermedad" profunda y crónica, en un sentido metafórico y psicosocial, heredada de la dictadura.
¿Y cuáles son los síntomas de estos daños psicológicos de esta enfermedad?

1.- Trauma transgeneracional:
Permeó la sociedad entera, afectando no solo a víctimas directas (40.000 casos de torturas, desapariciones y exilios), sino a generaciones posteriores mediante herencia de heridas emocionales.
2.- Cultura del silencio:
Evitación del duelo por mecanismos de supervivencia, fomentando negación y disociación colectiva para no confrontar el dolor.
3.- Estrés emocional exacerbado:
Documentado por psicólogos chilenos, derivado de la violencia estructural, que genera una sociedad con altos niveles de ansiedad y tensión constante.
4.- Hipervigilancia ante el conflicto:
Respuesta social al trauma, donde la sociedad permanece en alerta perpetua, interpretando cambios o protestas como amenazas inminentes.
5.- Posmemoria:
Recuerdos internalizados en generaciones no directas, distorsionando la percepción de la realidad y reactivando heridas en eventos como el estallido social de 2019.
6.- Procesamiento distorsionado de la realidad:
Influido por propaganda dictatorial, que ignora 3.200 víctimas fatales y perpetúa un "FRACASO ÉTICO" en el reconocimiento del daño, llevando a visiones idealizadas de Pinochet como "salvador".
7.- Desconfianza hacia lo colectivo:
Erosión de la solidaridad social, derivada del individualismo neoliberal impuesto, que privatiza las relaciones y reduce la empatía.
8.- Ambivalencia ante la autoridad:
Mezcla de sumisión y miedo, moldeada por la narrativa de "raza heroica" que justifica la violencia estatal.
9.- Normalización del dolor cotidiano:
Integración del sufrimiento en la vida diaria, manifestada en polarización y resistencia a reformas por temor al "caos" (eco del golpe).
10.- Autodesprecio hacia lo popular e indígena:
Legado cultural de la propaganda, que asocia el "ser chileno" con éxito material y obediencia, marginando identidades no elitistas.
11.- Reducción de empatía:
Efecto del individualismo, que dificulta el procesamiento colectivo de desigualdades y fomenta negacionismos.
12.- Duelo no elaborado:
Se manifiesta en memes de resiliencia superficial y polarización, chocando con esfuerzos juveniles por una identidad inclusiva.
- - -
Ahora viene lo que importa;
De mayor a menor ¿quién tiene capacidad para impulsar un proceso de sanación?

Ningún candidato propone un "plan integral de sanación" explícito, pero evalué su alineación con principios de memoria activa (educación, arte, políticas reparativas) v/s. negacionismo.

CANDIDATO
1.- Jeannette Jara

Enfatiza "memoria y justicia" como base para el futuro, cuestiona la justificación de violaciones a DD.HH. en dictadura y apunta contra quienes minimizan muertes. Como progresista, promueve reparación y rechazo a retrocesos autoritarios, alineada con sanación colectiva.

2.- Eduardo Artes
Fuerte detractor de la dictadura; advierte que "sacamos a Pinochet" y no permitiría gobiernos que la evoquen (ej. Kast). Su ultraizquierda enfatiza reescritura constitucional y refundación de FF.AA., favoreciendo reparación y memoria anti-autoritaria.

3.- Marco Enríquez-Ominami
Condena explícitamente el golpe y dictadura (como hijo de líder MIR asesinado). Su progresismo histórico apoya memoria y derechos humanos, aunque reservó comentarios en 2025; favorece sanación vía creatividad cultural y rechazo a tiranía.

4.- Harold Mayne-Nicholls
Rechaza empatía con dictadura y "violencia extrema"; posiciona contra extremos autoritarios. Como independiente centrista, promueve diálogo y rechazo a violencia, potencial para sanación moderada vía políticas inclusivas.

5.- Evelyn Matthei
Justifica el golpe como "necesario" y muertes iniciales "inevitables", aunque critica excesos posteriores y niega ser pinochetista. Su derecha mantiene vínculos familiares con dictadura, limitando sanación profunda por ambivalencia.

6.- José Antonio Kast
Celebra el golpe como elección de "libertad" contra "revolución marxista"; su partido exalta FF.AA. en 1973. Negacionismo histórico bloquea memoria y justicia, agravando heridas en lugar de sanarlas.

7.- Johannes Kaiser
Culpa a Unidad Popular del "quiebre"; apoyaría nuevo golpe y proscribir PC. Su extrema derecha divide la "fecha que nos divide", promoviendo propaganda anti-izquierda que perpetúa polarización y trauma.

Jeannette Jara destaca como la más idónea para liderar la sanación, por su compromiso explícito con memoria y justicia.
Candidatos de izquierda/progresista (Jara, Artes, Enríquez-Ominami) avanzan más en reparación, mientras la derecha (Kast, Kaiser, Matthei) arriesgan reabrir heridas por justificación, relativización o silencio.

Un proceso eficaz requiere un consenso transpartidario. Difícil si quien tiene que dirimir es la ciudadanía.

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