La IMPUNIDAD es despotismo, libertinaje.
Si hay una frase que causó perplejidad, ya fue dicha en 1978 . . .
“. . . los desaparecidos me tienen curco . . . "
Pero la perplejidad no era más que un estado de inocencia, de tonta ingenuidad y de absoluta ignorancia de cómo funciona el poder.
La célebre frase de Israel Bórquez, Presidente de la Corte Suprema de Chile, expresó la actitud del poder que él presidía - y un nódulo más de la verdadera red del poder - frente al problema de la desaparición forzada de personas.
Algunos creyeron que esa frase era un BROCHE DE ORO para una larga Historia de sometimiento a las auto designadas autoridades militares; allí donde – según nos hicieron creer - radicaba la supuesta reserva de la supuesta moral del supuesto país. Historia interminable de omisiones injustificables, desparpajo, complicidad criminal y pasiva como aseveró el rey de los caraduras, y de prevaricación con su extensa y eterna IMPUNIDAD para los verdaderos dueños del país. Así es que la decisión del Servicio de Impuesto Internos, no me sorprende ni un ápice, ya sabemos para qué sirve. Forma parte histórica del todo.
Parte de él era ese broche de oro. Pero no era un broche, era un casco. El mismo que usó Hades; dios del inframundo, para gozar de una libertad ilimitada sin ninguna responsabilidad, para que el comportamiento moral jamás sea puesto en entredicho por nadie.
No hay estamento de poder que no tenga su CASCO DE HADES para invisibilizar cualquier delito. Desde los cómplices pasivos; esos mismos que no usan charreteras, pero que gustan asistir a cursillos para el disfraz de soldadito y jugar a la guerra y los ingenuos - esos devoradores de rueda de carretas, abundantes y prolíficos - hasta los de cuello almidonado, pasando por el encorbatado sindicato de los empresarios con sus paladines lameculos de la gestión, los controladores de la inmaculada institución - nación - estado, y los seudo intelectuales insertados en los medios de comunicación tejiendo el manto de invisibilidad para que los delitos y crímenes parezcan accidentes, errores, leves omisiones; olvido inocente.
Para que el CASCO DE HADES invisibilice todo eso, basta con invocar una palabra; PATRIA. Y el casco cubrirá cualquier crimen con su mejor bordado; “los intereses superiores de la patria” que ya mal huelen desde hace décadas. Desde que la saquearon y vendieron al mercado como un desperdicio, como una escuálida baratija, desechable. La idea era dejar pura tramoya, un remedo huero de república para los que vivieren en la copia feliz del Edén vivieran sin alma, como un rebaño.
No hay desazón más profunda e impotencia, ver cómo se enseñorea la IMPUNIDAD. Será porque como decía Nicanor Parra: " Creémos ser un país pero en verdad somos apenas un paisaje " . . .
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