Alguna vez, en algún lugar y en alguna cena, conversamos sobre el cómo cambiar el futuro político inmediato de Chile, y se me ocurrió opinar - entre las mejores opiniones de mis contertulios - que era necesario visibilizar a la élite, para que el chileno común, víctima de las tomas de decisiones fácticas, pudiera entender que su destino era ni más ni menos, el deseo de las élites, que su destino no le era propio, que apenas eran un adminículo desechable y servil de la historia escrita por y para la élite, comparsa trágica de los verdaderos articuladores del devenir histórico. ... Si todo se transparentara, pensaba.
Ingenuo como soy, creí que mis compatriotas eran dignos, con aspiraciones sublimes sobre su propio destino y el de la nación, que solo les faltaba acceder a la información correcta, para que todo se develara pues tenían principios morales superiores.
Apenas transcurridos 60 días se rompe el pretil de la fosa séptica; el caso Penca y nos sucede el aluvión de cohecho, colusiones, corrupciones, desfalcos y mentiras que explotaron en el ámbito público - pero que la sustenta el “inmaculado” mundo privado - manifestación evidente del estado de putrefacción en que nos encontramos. Chile es como un cadáver en permanente descomposición; donde tiras un tajo afloran los gusanos. Es cierto. Se destapó una maraña, inconmensurable. Sin mesura en imaginación alguna, cobró su verdadera infinitud la palabra impudicia.
Sin embargo y a pesar de la contundente evidencia, mis compatriotas siguen defendiendo lo indefendible, personalizando los síntomas del sistema en la vereda del frente, comulgando con nuevas ruedas de carretas, creyendo en las izquierda y las derechas putrefactas ambas, atrincherándose en sus creencias ya demolidas, hechas polvo por la evidencia. Votaron en conciencia y con su sentido común por los demostradamente corruptos.
Dan pena. Qué pequeños son. Tan risibles, como aquellos a los que les ofrecían educación gratuita pero querían pagar porque si no, no habría libertad de educación o como aquellos que defienden a las AFP porque de existir un sistema estatal se podrían robar el dinero, como si no les fuera robado ahora por la casta - mal llamada - política, sus mentores privados y su respectiva guardia pretoriana, esa; la de los valiente soldados.
Toda esta perorata es para acompañar una analogía; y es para los chilenos que aún sostienen como cierto el discurso del sueño americano,
¡Chilenos creyendo en el sueño americano!
¡En la tierra de las oportunidades!
¡En la supremacía del hombre blanco!
Esos que ni siquiera han salido de sus pueblerinos límites escolares a pesar de visitar playas con cocoteros y Oh; Orlando, florido y sus chancletas con guayaberas acogotados por sus tarjetas de crédito, de por vida. Sigan con sus quenas y trutucas silbando; "dios salve a américa".
Sé de la historia gringa como para llenar páginas y páginas de ignominia, de sus siervos - mis compatriotas - lengüeteando rastreramente su lolly en esa llama chantilly que le dicen de la libertad. Sé de las intervenciones a nuestro destino desde los tiempos de la independencia, aliándose con nuestros hermanos para agredirnos y traicionando luego a esos ingenuos. Sé de su desprecio hacia nuestra raza, a nuestras costumbres, a nuestras cultura, a nuestro derechos de pueblos con libre albedrío. Sé de muchos Rocky´s, inventores y campeones sobre el telón placebo..
Dije hace un tiempo: Nada me gustaría más que triunfara en esa parodia de elecciones, el más frontal de los gringos profundos, esa especie de pastor de almas descarriadas, misógino, racista y soberbio en su ignorancia.
Ha llegado el momento predicho por el Apocalípsis; el Argamedón.
Pero no tengáis temor. Será un chiste a lo Donald su dedo en el botón.
También lo creen sus votantes; más de la mitad inculta votó por él.
También lo creen sus votantes; más de la mitad inculta votó por él.
Durante toda la historia gringa hubo repetidos períodos de evangelismo, de resurgimiento de fanáticos religiosos. Uno de ellos fue en los años cincuenta, “One Nation Under God” o el “Macartismo anticomunista”, “Ojo de Águila”, la “Escuela para las Américas” Y se la han creído entera. Han existido limítrofes que se la han creído hasta justificar el arrasamiento de pueblos enteros, de comunidades indefensas. Tienen esa creencia religiosa del rol pastoral de los Estados Unidos para modelar el mundo a su imagen y semejanza. Se la han creído con sus oraciones al dios blanco, al dios de la supremacía blanca. " Dios no permita que gane Hillary decía mi rubia amiga - mormona por supuesto - porque no tengo tolerancia a los farsantes y al cinismo" . ¿Y quién podría tenerla? Donald es de verdad, podemos volver a odiar sin complejos de culpa se dijeron los mestizos y teñidos rubios, arrasar a los que no piensan como yo y cumplir con lo que quiere mi dios.
Ganó la rabia, la ira de millones de enojados mal empleados para quienes naufraga el sueño americano. Es la oportunidad para limpiar la casa, pensaron los cerebros de lagartijas. El voto se transformó en una bomba Molotov para tirársela a los hijos de puta del sistema neoliberal.
Los discursos de Trump, no son insalvablemente nulos. Hay una retórica religiosa muy potente. Un 30% de gringos creen que el mundo se creó hace mil años y que Cristo ya viene. Nada tienen que envidiarle las frases de la extrema derecha y republicanas, a la de los ayatolas. Él es, "el presidente más grande que Dios haya creado". Nos lo dice él. Están a la par ayatolas y Trump. Y le creemos, porque no va por los lugares comunes del típico y correcto discurso político.
Ha sido constante en la historia gringa la aparición patológica de salvadores del mundo.
¡Dios salve a Bruce Willis! En tiempos de Reagan
¡Dios salve a Will Smith! En tiempos de Obama.
Y Oj Alá, Dios no salve a América de Trump, ni a esos que se han vestido de una América que no les pertenece y su patología al fin haga mella en ellos.
Amo a Trump, el Freddy Krueger de mis mejores pesadillas adolescente. Y que siga el chiste de la democracia y su bolsa de valores, total; el Hombre es una pasión inútil.
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