Hace ya muchos años, tal vez más de quince, desesperanzado y pesimista, enrabiado tal vez, respecto de los jóvenes arquitectos con los que me tocaba compartir el quehacer profesional, escribí lo siguiente:
"Cada generación, rechaza los gustos y costumbres con los que creció y abandona, las auténticas pocas y viejas tradiciones de su vapuleada cultura; las vulgariza, tergiversa y mal interpreta; o las embalsama o las decora con un inconmensurable mal gusto hasta acabar con ellas...conservándolas como nunca fueron y como no sirven. ¡He ALLÍ los arquitectos del futuro!"
Pero esta acción liberadora - la Escuela en toma – hará polvo inservible a esas palabras; a Dios gracias. Apareció la generación crítica. La generación en la cual las palabras Solidaridad, Transparencia, Participación tienen significado y destino.
Pareciera un acto trivial, locura de juventud, pérdida de tiempo. Serán amenazados con la pérdida del año, por quienes piensan que el tiempo es oro... en un sentido estricto del término. No saben lo que efectivamente es una pérdida.
Pero el tiempo, ese que habita en los corazones, no va al ritmo de los aranceles ni al plazo de los créditos, si no al ritmo de las certezas en la Justicia y también de la Verdad.
Serán acusados de revolucionarios por los tullidos de siempre, de violentistas, ideologizados, caprichosos y políticos, como si la educación no necesitara de política para dejar de ser un negocio, como si ella no necesitara también recuperar la democracia capturada.
Vuestra acción tiene una proyección más allá del simple acto de una toma de estudiantes; se está haciendo una nueva construcción valórica del ciudadano.
Solo cabe saludarlos con un fraterno y jubiloso abrazo, porque esta acción se genera cuando sólo hay un desprendido amor al destino del país y eso; futuros colegas, tiene la aureola de una proeza.
¡He AQUÍ los arquitectos del futuro!
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Les dejo un slogan de los 60;
"No confíen en alguién con más de treinta años"
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